Hace unos años, conocí a una maravillosa colega llamada Alisha mientras trabajábamos en el mismo campo. En algún momento, cambié de lugar de trabajo, pero ella se quedó, enfrentando muchas dificultades.
Un día, me llamó y me dijo: “Hermana, me siento tan perdida, sola e indefensa”, y luego comenzó a llorar. La consolé, recordándole sus fortalezas y habilidades para encontrar un nuevo empleo. Le aseguré que no estaba sola y que siempre estaba allí para ella. Como le había prometido, la ayudé a encontrar un nuevo empleo. Ahora, ha asegurado una nueva posición con una familia maravillosa.
El domingo pasado, vino y me dijo: “Gracias, hermana. Gracias a usted, esto fue posible. Gracias por animarme a no perder la esperanza. Gracias, hermana”.
Este fue uno de los mejores momentos de mi vida porque mostró el poder del lenguaje del amor de una madre en acción. ❤️🙏