Trabajo para una compañía de seguros coreana en los Estados Unidos. Durante mucho tiempo, tuve dificultades para conectarme con mis compañeros de trabajo y jefes. Siendo el único hispano en mi departamento, a menudo me sentía aislado, especialmente debido al idioma y las diferencias culturales. Sin embargo, en el fondo de mi corazón, siempre supe que mi misión era darles el amor de la Madre.
Una cosa que la Madre ha enfatizado continuamente es la importancia del saludo. Durante mucho tiempo, entraba en la oficina y me dirigía directamente a mi cubículo sin decir mucho. Pero sabía que esa no era la voluntad de mi madre. ¡Así que decidí cambiar! Con el valor de las Palabras de Amor de la Madre, comencé a saludar a todos, desde el momento en que los vi en el estacionamiento hasta pasar por la oficina y saludar a cada persona por su nombre.
Comencé a compartir el amor de la Madre a través de palabras simples pero sinceras como “¿Cómo estás?”, “Después de ti” y “Te animo”. Con el tiempo, la atmósfera comenzó a cambiar. Mis compañeros de trabajo y jefes comenzaron a abrir sus corazones. Comenzaron a decirme cuánto apreciaban mis cálidos saludos y lo amable que soy.
Al usar la palabra de la Madre de manera constante, el amor de la Madre ablandó sus corazones. Mis compañeros de trabajo escucharon atentamente mi historia, y algunos incluso sintieron curiosidad por mi iglesia.
¡Ahora puedo entablar una relación sólida con cuatro de mis compañeros de trabajo!
Continuaré haciendo brillar la luz del amor de la Madre a través de palabras y acciones amables hasta que todos en mi lugar de trabajo escuchen.