Cuando sonreí y saludé al guardia de seguridad del supermercado cerca de mi trabajo, me dijo que nunca había visto a nadie en el complejo de apartamentos saludarme con tanta amabilidad, humildad y cortesía. Sintió curiosidad y me preguntó cómo siempre sonreía y hacía una reverencia así. Luego me preguntó sobre mi trabajo, las dificultades y por qué siempre tenía una sonrisa tan radiante.
De repente me di cuenta de que una simple sonrisa y un saludo pueden despertar emociones profundas en los demás. ¡Es realmente sorprendente que saludar con una sonrisa pueda evocar sentimientos tan conmovedores!
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